Mar 20, 2013

dust dust dust

Una de las diferencias que separan las buenas de las malas noticias es el tiempo de adaptación. Qué fácilmente se hace uno a la idea de algo positivo y qué jodidamente lento es el proceso de asumir algo negativo. No me costó ni un minuto hacer millones de planes para estos meses contigo. Pero después del chaparrón llevo tres semanas negando lo evidente, que hoy esos planes no son más que polvo invisible y yo, yo ya no soy yo, yo ya no sé ni qué, ni quién soy. Yo me he perdid-o.

Mar 8, 2013

void

Primero empiezas despertándote día tras día pensando en el contraste que existe entre el sentirse completo y el estar, tras una etapa de plenitud, vacío. Comparas ambas sensaciones constantemente y te parece imposible adaptarte a tu estado actual. Llega un día en que sorprendentemente pero de forma inevitable, al despertar, ya no te parece una emoción ajena. Se transforma en una realidad, y esa sensación ya forma parte de ti. Cuando te acostumbras, el vacío no es tan malo. Lo peor de todo es que cabe la posibilidad de que cuando puedas volver a sentirte completa prefieras, indudablemente, la sensación de vacío. ¿Por qué? Por el  terrible miedo a volver a pasar por la etapa de adaptación, a revivir ese sin-sentido, a afrontar de nuevo ese agotador proceso mental que tanto te ha costado asumir. 

Se que llegará un momento en que seré de hierro. Entonces lloraremos todos.


ANEURYSM